Estas piezas-telares se originan a partir de los guantes de los artistas, y a través de los cortes o fragmentos generados, emergen formas que evocan partes del cuerpo humano, como la boca, la lengua u otros órganos. El formato de la obra, una tela estirada sobre bastidores de madera, recuerda a la piel de un tambor, creando una conexión simbólica entre la materia y el cuerpo. Para los artistas, este trabajo captura una sensualidad delicada, una especie de intimidad que surge de la relación entre sus cuerpos descansando en el mismo espacio. La obra transmite una sensación de reposo y cercanía, reflejando la interacción de los cuerpos en un contexto común.