Las humanidades que se instala en la agenda de Nemesio Antúnez reconoce con lenguaje y contenido, el fuera de cuadro, en el que las imágenes provienen de una exterioridad negociada, en tensión con la propia sensibilidad. Lo que se mira no es el mundo, tal y como si se tratara de una visión fotográfica, se mira, desde la propia necesidad de producir imágenes que como en Nemesio Antúnez en el óleo Habitantes de la ciudad de 1948, muestra escena informe de personas que han perdido su singularidad, y no obstante, son reconocibles y gregarios.
Las humanidades que se instala en la agenda de Nemesio Antúnez reconoce con lenguaje y contenido, el fuera de cuadro, en el que las imágenes provienen de una exterioridad negociada, en tensión con la propia sensibilidad. Lo que se mira no es el mundo, tal y como si se tratara de una visión fotográfica, se mira, desde la propia necesidad de producir imágenes que como en Nemesio Antúnez en el óleo Habitantes de la ciudad de 1948, muestra escena informe de personas que han perdido su singularidad, y no obstante, son reconocibles y gregarios.