Parte de una serie en la que la artista dibuja y pinta utilizando como método la modificación de telas de lentejuelas creando patrones de diseño conformados por figuras que recuerdan a la abstracción geométrica pero cuyos colores iridiscentes son radicalmente ajenos a los tonos característicos de esta tradición pictórica. Mediante esta labor textil, el material y la paleta de color, Rodrigo feminiza sus implícitos referentes pictóricos suprematistas y constructivistas -fundamentalmente masculinos. El resultado suele ser, una hibridación tanto cultural como identitaria. Si la abstracción en América Latina ha fungido como el lenguaje aséptico de una vanguardia que dejó atrás expresiones ligadas a la identidad racial (como lo hizo, por ejemplo, la pintura figurativa de corte nacionalista de inicios del siglo XX), Rodrigo socava la supuesta pureza del lenguaje abstracto—su geometría sentimental, improvisadamente artesanal, lo torna impreciso, inexacto y sujeto a las capacidades limitadas del trazo humano.
Parte de una serie en la que la artista dibuja y pinta utilizando como método la modificación de telas de lentejuelas creando patrones de diseño conformados por figuras que recuerdan a la abstracción geométrica pero cuyos colores iridiscentes son radicalmente ajenos a los tonos característicos de esta tradición pictórica. Mediante esta labor textil, el material y la paleta de color, Rodrigo feminiza sus implícitos referentes pictóricos suprematistas y constructivistas -fundamentalmente masculinos. El resultado suele ser, una hibridación tanto cultural como identitaria. Si la abstracción en América Latina ha fungido como el lenguaje aséptico de una vanguardia que dejó atrás expresiones ligadas a la identidad racial (como lo hizo, por ejemplo, la pintura figurativa de corte nacionalista de inicios del siglo XX), Rodrigo socava la supuesta pureza del lenguaje abstracto—su geometría sentimental, improvisadamente artesanal, lo torna impreciso, inexacto y sujeto a las capacidades limitadas del trazo humano.