Las luces y sombras que conforman los paisajes de Magdalena Ludwig, no solo constituyen la excusa estructural para la composición, sino que la convierten en un lenguaje significante capaz de establecer arraigadas correspondencias entre el modelo paisaje y su emocionalidad más profunda, en aras de abordar el desafío de acercarse a un mayor entendimiento sobre los aspectos espirituales que percibe en su interior. En procura de esta aparición ahondada su investigación en experienciar con lo sutil, transmutando los fenómenos visuales entre sus vivencias de lo interior -micro- con lo exterior -macro- y viceversa. A la vez, en su ansia de bañarse en la luz, recurre a las sombras como contrapunto obligatorio, asumiendo en propiedad la condición matérica y la comprensión que, por lo menos desde el estado actual, para acceder a la luz hay que conocer la sombra.
En el oficio del grabado no elude las complejidades tecnológicas y su necesidad sensible de acceso a lo inmaterial la lleva a utilizar las significancias y y evocaciones que aportan el color en niveles de transparencia, profundidad y contraste.
Probablemente su búsqueda se concentra en lograr que se manifiesten estados de iluminación que den cuenta de los aspectos trascendentales del ser, de ser así, estaría en el camino correcto puesto que la contemplación de sus grabado incita a proyectar los estados inconscientes de una negación plausible hacia lo desconocido.
Rafael Munita 2019
Fuente: www.taller99.cl