En su obra pictórica, el artista toma elementos de su entorno, por lo general, cordeles, alambres, maderas y púas, los que luego inscribe en una atmósfera escenográfica, de cierta incongruencia y mucho silencio, que lo acerca de alguna manera al surrealismo, sino fuera porque las formas están insertas en un ambiente verosímil.
Así, esos objetos simples y cotidianos, reubicados en la composición del artista, se revelan distantes y sepulcrales, lo que confiere a su pintura una naturaleza casi mística y muy solitaria.
La ausencia de figuras humanas refuerza ese carácter ambiguo y onírico de sus obras, las que se complementan con el uso de colores realistas, sumamente bien trabajados, Más un dibujo derechamente académico, que forma parte de su depurado oficio técnico, el que incorpora también formas perfectas y gamas esfumadas.